Simuladores o la teoría de los castillos en el aire!!!

Simulador de vuelo - Museo del Aire de CuatroVientos

Seré directo, sin rodeos, contundente en mi opinión inicial: Nada puede suplir al entrenamiento real.

La formación puede ayudar a estar muy preparado respecto al funcionamiento de cualquier arma o a cómo enfrentarse a una determinada situación, pero, a mi juicio, así tan solo se obtiene una falsa sensación de confianza que puede ser fatal en combate. Hasta que no siente en sus carnes el peso de un arma – y la conciencia de sus consecuencias -, el estrés del combate y “la mugre” del campo de batalla uno no se da cuenta realmente de cuáles son sus capacidades efectivas de lucha y de si ese intento de capacitación mereció la pena.

Y por supuesto, no hay vuelta atrás. Frente a lo que sucede en una simulación, en un enfrentamiento real una derrota es una derrota. Se paga con la muerte o sucumbiendo a la furia y los deseos del contrario.

El artículo que les acerco ahora, mis ávidos lectores, trata de cómo los ejércitos modernos se preparan para la contienda y de las herramientas de formación que la tecnología pone su alcance para aprestarte a ella. Lo complemento con algunos artículos que recopilé hace años, pero que a pesar de su antiguedad considero de utilidad y relevancia. Pasaran además a engrosar el área de descargas de esta web.

Los PDF’s sugeridos son:

Pasen y lean pues:

Todos hemos jugado de pequeños imaginando ser aguerridos soldados con nuestros revólveres/ametralladoras de juguete y haciendo “pum, pum/rá tatá tatá” con la boca para simular el disparo de nuestra arma de pega tratando de defender una fortaleza… nuestro «castillo». Nos preparábamos para un futuro que en ese momento veíamos como un simple juego de niños, y del que solo conocíamos lo que habíamos visto en alguna que otra película. Me río pensando en las veces que me he tirado al suelo haciéndome el muerto tras recibir un “disparo” de mis vecinos, para después levantarme del suelo sacudiéndome el polvo… y, por supuesto, la impepinable reprimenda de mi madre al llegar “vivo” – entrecomillado adrede -, hecho un desastre a casa después del esfuerzo que había dedicado para vestirme como un pincel.

Hablando de “jugar a la guerra” me viene a la memoria esa icónica secuencia de “Terminator 2” en la que los protagonistas observan a dos niños jugando con pistolas de juguete:

John Connor: ¿No lo lograremos verdad? Me refiero a la gente…
Terminator: Está en vuestra naturaleza destruiros mutuamente.

¿Qué opinan ustedes? ¿Tenemos futuro?

En la vida real, en una pelea real, en un combate real… el ruido atronador de las armas difícilmente nos habría permitido levantarnos “vivos” y sacudirnos el polvo como si nada hubiese pasado.

En la práctica, los soldados juegan a ese mismo juego: Se preparan para el combate – con elementos “algo más sofisticados” que nuestras viejas pistolas de juguete – y luego comprueban en la realidad si ese entrenamiento mereció la pena, si consiguen sus objetivos – por ejemplo defender el «castillo» del espacio aéreo – o si al menos sobreviven para luchar un día más. Para rematar la analogía, no olvidemos por último a la “madre patria” – a los viejos políticos e incluso al pueblo al que defienden -, que después de la preceptiva “palmadita en la espalda” inicial los critican por el destrozo, el gasto de material militar y el desastre causado… al menos a los que consiguen regresar “vivos”.

El mundo de la simulación abarca toda la actividad de las Fuerzas Armadas y a grandes rasgos podría ser dividido en tres categorías:

    • Didácticos: Son adiestradores parciales que sirven para formar al alumno en el funcionamiento de un subsistema/instrumental determinado, como la navegación en un avión o la dirección de tiro de un carro de combate.
    • De instrucción y adiestramiento táctico. Suelen ser la réplica de un arma – como los lanzamisiles -, la representación de un instrumental o elementos mediante los cuales se realizan operaciones (defensa aérea, maniobras, guerra electrónica, etcétera) o la simulación de un sistema de armas – aviones, submarinos y carros de combate, entre otros -.
    • Los estratégicos. Dirigidos a la formación de alumnos del Estado Mayor, se les conoce también como Juegos de Guerra. Se utilizan para evaluar planes operativos en los que intervienen numerosos factores, desde la moral de un pueblo hasta la logística y el nivel de adiestramiento de las unidades de un ejército.

Es un mundo demasiado amplio para abarcarlo en un único artículo así que, aunque daré alguna pincelada general de otros sistemas, me centraré en el que por mis aficiones conozco mejor: Los simuladores de vuelo.

Simuladores de vuelo.

Ha pasado mucho tiempo desde que Ed Link crease en Link Trainer. También conocido como Blue Box, fue el primer simulador de vuelo construido. Lo fue allá por el año de 1929 en Binghampton – Nueva York. Inicialmente era usado en parques de atracciónes, pero todo cambió unos años después. En 1931 obtuvo una patente y, después de que la que se conocía por entonces como Corporación Aérea del Ejercito de los Estados Unidos (Army Air Corp, germen de la futura US Air Force) perdiera seis pilotos en una semana en 1934, la demanda de mejora en la formación de vuelo llevó a que la necesidad de su simulador empezará a aumentar. Era poco más que una atracción de feria “bien hecha” pero permitió “salvar la vida” a muchos de los pilotos que después participarían en la Segunda Guerra Mundial.

Todos tenemos más o menos idea de lo que es un simulador de vuelo. Básicamente una cabina que reproduce los mandos de una determinada aeronave y un puesto de control que gestiona el ejercicio a simular. Entrarían dentro de la categoría de Instrucción y Adiestramiento.

En la actualidad el vuelo simulado ha alcanzado un nivel de realismo sobresaliente. La aproximación gráfica a la visión del espacio aéreo desde la cabina de un avión y el funcionamiento mecánico de la instrumentación y controles han llegado a tal nivel de fidelidad que los hace indistinguibles de la realidad, peeero… – siempre hay un “pero” – los que hemos tenido la oportunidad de pilotar alguna aeronave real, sabemos que en el aire las cosas se ven de manera diferente y se pueden salir de curso con cierta facilidad. El tiempo de reacción es fundamental, no hay segunda oportunidad, máxime cuando se trata de Matar o Morir… ¡Cazador o Presa!

Cuando un hombre – un soldado, un piloto – se enfrenta a ese dilema, la mente del ser humano recibe una tormenta de pensamientos, de sensaciones y hasta de pánico. Se suda, se acelera el pulso, los músculos se ponen tensos, se evalúan las circunstancias y finalmente se decide cómo reaccionar… Afecta…, vaya que si afecta; más aún cuando también se tiene que lidiar con las fuerzas G y la tensión mecánica que las forzadas maniobras de combate exigen al piloto. La tormenta de señales eléctricas que genera el organismo y los tiempos de reacción son medibles y repercuten sin duda al desenlace del combate.

Tengan claro que, usando la tecnología, se puede lograr el objetivo de adiestrar personal cualificado en el tiempo más breve posible, sin “riesgos” – el vuelo real siempre los tiene – y minimizando el gasto, para así seleccionar, evaluar y descartar a los candidatos ya desde las fases iniciales de su entrenamiento.

La gestión de la parte mecánica del combate – uso de los controles de vuelo, los sensores de armamento y electrónicos, envolvente de vuelo de las aeronaves enfrentadas, etc – puede repetirse hasta el infinito en los simuladores hasta conseguir automatizar y minimizar las décimas de segundo que el piloto tarda en decidir cómo actuar con el aparato… peeero mis apreciados lectores… si a eso le sumamos la tensión emocional del momento, el riesgo y el peso/lentitud de las decisiones humanas… créanme…, eso NO puede simularse… Hay que experimentarlo en un vuelo real, hay que sentirlo en las carnes… aunque sea mediante enfrentamientos de práctica.

Realidad virtual (RV)

Quedaría cojo cualquier artículo sobre simulación si dejase de dedicar al menos un apartado para examinar esta tecnología que se está imponiendo en el mundo de la simulación de vuelo, y que considero imprescindible para recrear con fidelidad el manejo de una aeronave de combate moderna como, por ejemplo, el EF-2000 EuroFighter del Ejército del Aire español.

Querría señalar que mientras redactaba este artículo he reescrito varias veces esta sección hasta que me he dado cuenta de que era imposible resumir, sin aburrirles con una larga parrafada técnica, todo lo que conozco y he investigado acerca del tema. Así que, en vez de ello, voy a contarles una experiencia propia. Por otra parte, les dejo al final del artículo un apéndice con algunas empresas que trabajan con ello y que os pueden proporcionar un contacto real con ese mundo. No son las típicas empresas del “juguete RV”, no son esos simuladores de PC a los que estamos acostumbrados, son empresas serias, son productos serios, son productos profesionales. Son, en definitiva, experiencias reales.

Les cuento pues.

En base aérea de Morón de la Frontera (Sevilla, OZP/LEMO), durante una jornada de puertas abiertas, tuve la suerte de probar un simulador RV del EF-2000. Mientras aguardaba mi turno, observaba sorprendido cómo alguno de los que los que lo iban experimentando terminaba tomando asiento y mareado al acabar la sesión. “¡Qué gracia!” – pensé -… hasta que fue mi turno.

Me sentaron en el asiento, me pusieron un casco de Realidad virtual, evidentemente no el carísimo e innovador casco Escorpión de la compañía francesa Thales con el que están dotando a los EF-18M Hornet españoles, y que integra en el visor sistemas de mejora de la conciencia situacional del piloto – Para los neófitos algo parecido al casco de Iron Man. Vamos… de ciencia ficción -, tras lo cual, desde la estación de control, dieron comienzo a la “demo”. Consistía básicamente en un sobrevuelo de la recreación virtual del propio aeródromo de la base aérea tratando de evitar al tráfico aéreo simulado… Entendí el porqué de los mareos que acababa de observar. Afortunadamente, además de que cierta experiencia en pilotaje de aparatos deportivos que me ha habituado a lidiar con la sensación de vértigo, me conciencié de que, a pesar del realismo de lo que estaban viendo mis ojos, todo era una ilusión visual, si… muy muy fiel… ¡pero no me estaba moviendo del sitio! Me descubrí intentando asomar la cabeza a través del «cristal de la cabina del avión” para mirar la pista de aterrizaje en tierra y a alrededor para tratar de esquivar las aeronaves que se aproximaban. Acabé… tan sentado como los demás y no llegué a marearme… pero faltó poco.

¡¡¡Me quedó claro sin lugar a duda que la RV es el futuro de la simulación de vuelo!!!

¿No sé qué opinan ustedes?, pero creo vuelvo a extenderme demasiado en la longitud del texto. Me han criticado por ello, aunque lo considero necesario si uno quiere abordar los temas con cierto rigor y detalle. Abreviaré, pero, como cierre, no pienso dejar de tratar el epígrafe que sigue.

Simulaciones de guerra, la IA en combate.

Hasta ahora hemos hablado de simuladores de “máquinas de guerra”, entiendo por ello un avión, un carro de combate, un buque de guerra, un MANPAD, un fusil, etc. Son elementos materiales finitos y concretos en los que se evalúa y simula un único elemento de combate. En los centros de entrenamiento se combinan varias unidades de un mismo elemento conectándolos en red para realizar entrenamientos en grupo o de coordinación de ataques. Son ensayos complejos que requieren un gran ancho de banda por el volumen de tráfico de datos, y una cantidad de procesamiento digital considerable, al que hay que sumar la potencia de cálculo necesaria para ejecutar la simulación en cada uno de los puestos individuales.

Así pues, extendiendo el paradigma, pongo ahora sobre la mesa la posibilidad existente de conectar varios simuladores de vuelo en red para efectuar combates virtuales. Estos no necesariamente tienen que encontrarse en la misma ubicación física. Pueden por ejemplo, estar situados en diferentes bases aéreas, simulando así misiones de transporte logístico con protección de cazas y/o reabastecimiento en vuelo. De hecho, la NATO está trabajando en la conexión simuladores de diferentes sistemas sintéticos para “linkarlos” y crear ejercicios de entrenamiento especializados más eficientes. Todo ello se trata en las IT2EC Conference, ferias de formación y simulación de Europa.

Es más, se pretende conseguir un Campo de batalla digital. Los simuladores conectados permitirían a los pilotos volar una guerra a gran escala. Soldados, marineros y aviadores podrían sumarse para trabajar juntos y recrear batallas enormes y muy realistas en línea. Al igual que los jugadores que juegan los últimos juegos de Call of Duty o Battlefield, podrán cooperar en una red en expansión de simuladores de alta tecnología. Usando las herramientas adecuadas y los últimos desarrollos, fabricantes tan reputados como Northrop Grumman y BAE Systems están haciendo realidad ese sueño virtual.

¿El precio de toda esta fantasía digital? Exhorbitante, pero piensen en lo que costaría un ejercicio real. ¡Piensen en lo que cuestan las maniobras conjuntas que hacen los diferentes ejércitos! Pero aun mejor… ¡Piensen el lo que costaría enfrentarse a un conflicto real con una tropa sin sus garras afiladas y pericia para usarlas con eficacia!

¿Y qué pinta la IA (Inteligencia Artificial) en todo esto?

Con esta pregunta me refiero a las herramientas de evaluación de riesgos y de toma de decisiones. No me refiero a esa IA – la WOPR – que aparece en la estupenda película “Juegos de Guerra” y que acaba ocasionando un verdadero caos en el centro de control del NORAD. Me refiero a productos serios que son capaces de aprender de las técnicas del enemigo e incluso, gracias a ello, anticiparse a sus movimientos.

Para el caso al que me estoy restringiendo en mi artículo hablaré de como una IA vence en combate aéreo a los mejores pilotos.

IA contra Piloto.

Más allá de la asistencia que proporcionan la electrónica de a bordo en un avión de combate – radares, IRST, contramedidas, GPS, electrónica de vuelo y diagnóstico, etc -, en lo que podría ser el comienzo de una nueva era y el fin de otra, y con el concurso de varias empresas y centros de investigación, incluyendo reconocidos contratistas de defensa – Aurora Flight Sciences, EpiSys Science, Lockheed Martin, PhysicsAI, SoarTech y Heron Systems -, un programa de software de inteligencia artificial (IA) derrotó a un piloto de caza del Lockheed Martin F-16 de la Fuerza Aérea de EE. UU (USAF) en cinco combates aéreos simulados.

Estas “derrotas virtuales” fueron la culminación del programa Air Combat Evolution (ACE) de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de los EE. UU. (DARPA), en un esfuerzo por diseñar un programa de IA que superase en las maniobras básicas de los cazas a un piloto humano de la USAF a los mandos de un F-16.

Antes de enfrentarse a un oponente humano, el programa se enfrentó con éxito a las IA de los demás concursantes… unos contra otros en varios escenarios de combate aéreo diferentes.

El programa de IA, llamado «Falcon», derrotó al piloto de combate en activo y graduado del Curso de Instructor de Armas F-16 en una serie de maniobras casi perfectas que aprovecharon la capacidad del programa de simulación para volar con mayor precisión y agresividad. “Falcon AI” fue desarrollado por el contratista de defensa Heron Systems – ahora Shield AI -. El piloto humano afirmó que el programa de IA no solo voló con mayor precisión, sino que reaccionó más rápido – Considero que a él lo obligó a dar lo mejor de si mismo… a ser mejor piloto… mejor cazador -.

Sobre la base de lo que se demostró en el programa ACE, la DARPA plantea encontrar formas de hacer que los pilotos tripulados y de IA colaboren mejor juntos en combate: los llamados equipos tripulados y no tripulados.

En mi opinión esta tecnología no se empleará solo como elemento de adiestramiento del piloto, sino que se integrará como futuro elemento de asistencia al combate en el equipamiento de control estándar de los aviones reales, permitiéndoles mejorar la “Kill Ratio” de ejército que lo utilice. Es más, anticipando un futuro plausible, si todos los bandos utilizan una tecnología similar se llegaría a convertir en una lucha entre IA’s!!!

Conclusiones.

Creo que ha quedado meridianamente claro que encuentro más que justificable el uso de la simulación para preparar, complementar y mejorar las capacidades de respuesta de los ejércitos frente a una situación de conflicto, pero – permítanme insistir – considero imprescindibles la ejercitación real de las técnicas simuladas para comprobar que teoría y práctica encajan en las predicciones formativas que los altos mandos estiman durante la fase de adiestramiento de sus tropas.

Fin.

Vivimos en un mundo en el que la economía prima sobre todos los demás intereses, y entiendo que es necesario optimizar el gasto en la preparación del personal militar de cara a anticiparse y/o mejorar el tiempo de reacción frente a las posibles situaciones de combate. La simulación ayuda, pero como corolario tengo para ustedes una frase de Eric Fromm:

“El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos partes: una, el dominio de la teoría; la otra, el dominio de la práctica.”

A lo que apostilla Benjamín Brewster:

“En teoría, no hay diferencia entre práctica y teoría. En la práctica, si la hay.”

Así que no abandonemos el ejercicio práctico y verificación real de las habilidades que deben poseer nuestros soldados y no vendamos sus – y nuestras – almas – salvaguardadas por las de ellos – a los “cantos de sirena” de la simulación. Podemos estar construyendo un castillo en el aire que se desmoronaría a la menor brisa de viento real.

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Mencionar que la Federación Andaluza de Deportes Aéreos convoca anualmente el Campeonato de Andalucía de Vuelo Simulado – modalidad Duelo – usando el simulador de vuelo de combate “IL2-Sturmovik”, en el que uno de mis compañeros del Club ha quedado segundo. Felicidades!!!

Apéndice:

Simuladores de vuelo profesionales. Visiten entre otros:

😮

Portaaviones si, portaaviones no???

Operación "Sea Orbit"

Antes de “pasar a la acción” permítanme advertirles de una cosa… Ya me lo habían comentado antes, pero no está de más ponerlo de manifiesto. 

Aunque intento redactar mis artículos para el público en general, la sección militar de mi web – esta que se encuentran leyendo precisamente ahora mis cada vez más numerosos lectores – está especialmente dirigida a público con conocimientos en la materia y doy por supuesto que conocen de antemano algunos de los conceptos que manejo. Quizá me esté «colando», pero, por favor, pídanme cualquier tipo de aclaración/corrección de estilo que crean oportuna en los comentarios – pulsando en el título del post y bajando hasta llegar a ello -. 

Gracias por escucharme y entremos al trapo. 

Estamos viviendo momentos complicados. El afán expansionista de República Popular China está amenazando el equilibrio geoestratégico de Asia oriental y el Sudeste asiático.

La estrategia del Collar de Perlas chino y su creciente influencia geopolítica en la zona gracias a sus esfuerzos por aumentar, expandir y modernizar sus fuerzas militares, sin duda causan preocupación. Diplomáticamente hablando, la floreciente estrategia naval de China es de naturaleza completamente pacífica, solo para la protección de sus intereses comerciales regionales y sin intención de buscar la hegemonía de sus relaciones económicas exteriores. Pero, de hecho, están creando un dilema de seguridad entre China, Taiwán, India, Vietnam, Corea del Sur,  Japón  y el resto de los países de la región.

Gracias a la mano de obra barata – y la sumisión a la clase dirigente de sus trabajadores y elementos productivos -, occidente lleva dédadas deslocalizando insensatamente la manufactura de bienes hacia países de la zona asiática en pro de mayores beneficios económicos y empresariales. Un control excesivo de los mares y sus rutas comerciales por parte de China socavaría a largo plazo el dominio económico que occidente mantiene sobre el estado global del bienestar. Observen, mis cada vez más numerosos lectores, siempre se trata de “retener” el poder – o de tomarlo -… ¡la erótica del poder! ¡Piensen!

Proteger intereses en el ámbito marino requiere de una flota numerosa, preparada, protegida y capaz de proyectar el poder necesario para disuadir cualquier intento de modificarlos.

Y, ¿qué mejor instrumento para ello que los portaaviones?

Un portaaviones es una plataforma bélica de indudable valor, pero a su vez un objeto enorme, poco o nada furtivo y, a la luz de los avances tecnológicos actuales en sistemas de ataque, un objetivo ciertamente vulnerable – aunque sea mediante ataques de saturación -, lo que me hace plantearme su futuro y por tanto trae a colación el artículo que les presento ahora.

Algo de historia.

Durante la segunda guerra mundial uno de los factores más relevantes que permitieron el éxito del ejército americano en el frente del pacífico fue la intervención y el acertado uso de un arma que hasta ese conflicto no había demostrado claramente su valía: El portaaviones. De hecho, la doctrina militar dominante de la época aún concedía un papel preponderante al crucero y al acorazado, siendo estos considerados buques insignia de sus respectivas flotas.

No fue sino hasta la batalla de Midway cuando se demostró que en el campo/ámbito\dominio marítimo el resultado de un enfrentamiento podía decidirse en función del éxito de los ataques realizados por sus alas embarcadas. Carecía de sentido iniciar cualquier ofensiva sin el dominio del aire y la cobertura que proporcionaban sus cazas y bombarderos/torpederos embarcados.

Los portaaviones, como cualquier buque de superficie, siempre fueron vulnerables durante el conflicto, pero la práctica ausencia y el primitivo uso del radar dificultaba su localización. Las amenazas submarinas eran razonablemente contenidas gracias a las cargas de profundidad de los barcos de apoyo cazasubmarinos. Los ataques aéreos se repelían más o menos satisfactoriamente gracias al uso de los cazas embarcados. Por otra parte, dada la “escasa” autonomía relativa y lentitud de los medios de ataque de la época, estos debían lanzarse/realizarse desde orígenes relativamente “cercanos” y/o de manera poco sigilosa, lo que permitía, con los medios de detección disponibles, cierta anticipación frente a las ofensivas enemigas.

En cambio, ahora la situación ha cambiado radicalmente. Los radares de apertura sintética, los centros de control y mando aéreos (AWACS), el uso de drones, los nuevos vectores de ataque hipersónicos y sobre todo los sistemas de detección satelital han hecho que localizar una flota del tamaño de un portaaviones y su grupo de batalla sea relativamente fácil y, por ende, también planificar su posible ataque.

La amenaza submarina.

“Si crees que eres demasiado pequeño para marcar la diferencia, ¡intenta dormir con un mosquito!” – Cita del Dalai Lama.

Frente al coste, tamaño, complejidad, tecnología y potencial de los sistemas de defensa de un portaaviones y su grupo de batalla basta un “económico” submarino con un comandante decidido y una tripulación bien preparada para poner en serios aprietos a cualquier portaaviones moderno. Veámoslo.

Algunos ejemplos actuales.

En 2005, el USS Ronald Reagan, un portaaviones de 6.200 millones de dólares recién construido, se “hundió” tras ser alcanzado por múltiples torpedos. Esto no ocurrió en un combate real, sino que fue simulado como parte de un juego de guerra que enfrentaba a un grupo de tareas de portaaviones – que incluía numerosos buques escoltas antisubmarinos – contra el HSMS Gotland, un pequeño submarino sueco propulsado por diésel que desplaza 1.600 toneladas. Sin embargo, a pesar de haber realizado múltiples ataques al Reagan, el Gotland nunca fue detectado.

En marzo de 2007 el submarino nuclear de ataque francés Saphir, participando en un importante ejercicio con la Marina de los EE.UU. frente a Florida, acabó de forma inesperada con el grupo de batalla del portaaviones Theodore Roosvelt. El submarino nuclear francés, que actuaba en campo del enemigo, logró hundir el portaviones estadounidense y la mayor parte de su escolta.

Podría dar algunos ejemplos más, pero pueden intuir que la relación coste/beneficio\riesgo es un factor muy a tener en cuenta. Incluso un sistema relativamente anticuado puede constituir un riesgo potencial.

No olvidemos el caso del submarino ARA San Luis, que durante la guerra de las Malvinas – si no hubiese sido por un problema en sus torpedos filoguiados – estuvo a punto de infligir un enorme daño al puercoespín ofensivo de la marina británica. El valor de estos marinos argentinos, que en con un buque en malas condiciones y con el lastre de un armamento principal defectuoso, no solo atacaron a lo mejor de la Royal Navy sino además escaparon de los mejores especialistas de guerra antisubmarina de la OTAN (apenas terminada la guerra la OTAN cambió sus sistemas de defensa antiaérea y antisubmarina en sus flotas de guerra).

Un factor en contra del uso de portaaviones.

Torpedos supersónicos.

No, no se imaginen torpedos viajando a la velocidad del sonido – en agua salada es de 1500 m/s y en agua dulce 1435 m/s – bajo la superficie de mar ni torpedos levantando el vuelo y atacando a los portaviones – en ese caso serían simplemente misiles lanzados desde submarinos -. Me refiero a los nuevos misiles desarrollados aprovechando el fenómeno de la supercavitación. Este fenómeno consiste en que, cuando el torpedo se mueve con la suficiente rapidez, el fluido que se desplaza a su alrededor adquiere una velocidad muy grande, haciendo que su presión disminuya drásticamente hasta el punto de evaporación del líquido. Este se convierte por tanto en gas y por ello acaba desplazándose por un medio gaseoso disminuyendo así su fricción y alcanzando así velocidades mucho más altas. Para explicarlo de forma menos técnica, se vaporiza el líquido que atraviesa de forma que el torpedo “vuela” bajo el mar a lomos de una “nube” de vapor.

Es una tecnología compleja pero que ya ha producido armamento real, vease el caso del torpedo soviético “VA-111 Shkval” – y otros en desarrollo por diferentes paises -. Un arma que debería preocupar muy mucho a cualquier portaaviones y que compensa la deficiencia a nivel de ruido subacuatico de la flota submarina soviética.

Si me permiten una apuesta de futuro/ciencia-ficción, creo que debería investigarse – si no se está haciendo ya – en torpedos de cavitación por cortina de plasma… sería literalmente como desplazarse cortando el agua con una cuchilla de plasma. Imagino que se podrían alcanzar velocidades inconcebibles para este tipo de arma… Eso sí, requeriría una fuente de plasma de gran potencia, quizá nuclear, lo cual no sería especial inconveniente dado que el combustible nuclear utilizado para generar el campo plasma podría ser usado así mismo como fuerza de propulsión y como parte del detonador. ¿Las consecuencias?… Imaginen… el portaaviones y gran parte de su flota de acompañamiento volatilizados de un solo golpe!!!

Añadimos pues un nuevo factor en contra del uso de portaaviones.

Amenaza Nuclear.

No, no me refiero en ese apartado a la posibilidad de usar el arma atómica para destruir un portaaviones y su grupo de batalla – por ejemplo usando los nuevos torpedos nucleares de largo alcance – como supondrán. Me explico.

Ya en los primeros ensayos nucleares en el pacífico posteriores a la segunda guerra mundial, en los que se usaron como blanco grupos de barcos capturados al enemigo y navíos dados de baja o cerca del final de su vida operativa – algunos de ellos completamente equipados y en perfectas condiciones de revista -, se demostró que, exceptuando los más próximos al punto de detonación del artefacto nuclear, la gran mayoría de buques saldrían relativamente “indemnes” de este tipo de ataque – radiación aparte – manteniendo cierta capacidad de respuesta después del “susto” inicial.

Me refiero a la posibilidad de que, tras el alcance y hundimiento de un portaaviones nuclear, este se convierta en una trampa mortal que acabe contaminando la zona de manera inexorable y a perpetuidad.

Se supone que por diseño los reactores nucleares que alimentan al buque están diseñados para un apagado de seguridad en caso necesario. Disponen de mecanismos que impedirían que la radiación escapase, de manera que las barras de contención y el blindaje del núcleo del reactor detendrían cualquier posible fuga de material radiactivo. Pero – me temo – esos mecanismos nunca se han probado en la práctica – nadie ha hundido un portaaviones nuclear, de súbito, sin consideraciones y en un ataque repentino destinado a causar el mayor daño posible al buque -. Por otra parte, entiendo que, incluso en los nuevos portaaviones de la clase Ford, sin un apagado “ordenado” del reactor, se correría el riesgo de que se produjese una reacción en cadena del combustible nuclear que acabase provocando una explosión de aún mayores consecuencias.

En el mejor de los casos… a largo plazo… la corrosión por la sal marina… ¡No quiero ni imaginarlo!

Al menos Chernóbil estaba en la superficie, fue “fácil” – a costa de cientos de vidas humanas – taponar la fuga. Además, la fuente de contaminación estaba “relativamente” localizada y no a merced de las corrientes marinas.

Es algo que me preocupa mucho… mares y océanos contaminados… No dejo de darle vueltas y ruego a dios que nunca tengamos que llegar a verlo. ¿Qué opinan ustedes?

Otro factor en contra del portaaviones, en este caso Nuclear.

Ataque por saturación.

Imaginemos una situación utópica en la que los sistemas de defensa del portaaviones resultaran tan efectivos que fuesen capaces de anular cualquier ataque ya fuese con misiles o bien mediante torpedos. Perfecto… desde la sala de operaciones del navío los oficiales de armamento gracias a las ayudas electrónicas normalmente serían y son capaces de visualizar y neutralizar toda posible amenaza.

Es una situación tratada y ensayada hasta la saciedad en los ejercicios RIMPAC. Los Ejercicios RIMPAC, son los más grandes ejercicios de guerra marítima del mundo. Se celebran cada dos años organizados y administrados por la Marina de los Estados Unidos de la Flota del Pacífico. El objetivo del RIMPAC es mejorar la interoperabilidad entre fuerzas armadas de países del Océano Pacífico para su capacitación de cara a garantizar la seguridad de las rutas marítimas y la seguridad en los océanos del mundo.

China y otros países saben de estos ejercicios y de la habilidad de la marina americana de lidiar con ese tipo de situaciones. Pero lo que también saben que en situaciones de combate se puede llegar a un punto de estrés y caos tal que los medios de defensa sean materialmente incapaces de hacer frente a un enjambre de torpedos, drones, misiles y señuelos – se están desarrollando incluso sistemas hibrídos – que coordinados se dirigiesen a un objetivo tan codiciado y goloso como es un portaaviones.

Quizá pueda criticarse a china por la “escasa calidad” de sus sistemas de armamento – afirmación cada vez más que discutible – pero por lo que no puede criticarse en absoluto es su número… y estoy seguro de que llegado el caso no van a lanzarle a los portaaviones un único misil. Y estoy seguro de que – como en la segunda guerra mundial con los bombarderos aliados – alguno pasará y alcanzará su objetivo!!!!

¡Se acumulan los argumentos a “favor” de la vulnerabilidad de los portaaviones!

Conclusiones.

Para no extenderme demasiado ni saturarlos verán que esencialmente me he centrado en la flota norteamericana, tan solo «arañando la superficie» y dejando en el tintero aspectos como los:

  • Drones de defensa y ataque submarinos
  • Sistemas de defensa óptica láser.
  • El coste de desarrollo de las nuevas familias de portaaviones.
  • La carrera de otras naciones: Portaaviones chinos, rusos, franceses, británicos.
  • El portaaviones como elemento de disuasión.
  • Etc.

Creo que hago evidente que encuentro demasiados factores en contra del futuro de los portaaviones.

Reconozco que los portaaviones son unas armas muy poderoras, casi increíbles; muy interesantes de estudiar y conservan aún la belleza de su épica historia militar. Lucen bien, increíblemente bien en cualquier flota que se precie… peeero…. no nos engañemos son cada vez más vulnerables. Su relación coste/beneficio es como poco cuestionable. Son caros – carísimos – de producir, mantener y tremendamente complejos de operar, pero también “fácilmente” puestos fuera de combate. Confío más en la furtividad y los despliegues rápidos de contingentes de tierra como elementos fundamentales en para la proyección de poder. Considero que los bombarderos invisibles son las armas del futuro y veremos – supongo – como finalmente el futuro B-21 Raider se convierte en su representación más ejemplar y espina dorsal de la disuasión militar occidental tal y como algunos analistas pronosticamos.

Un saludo, damas y Caballeros!!!

P.d.: Me he tomado la molestia de consultar, contrastar y resumir diversas fuentes de valor, Wikipedia en parte, pero otras escogidas/discriminadas por su interés/calidad, así que les recomiendo visiten los enlaces que acompañan al texto. ¿Y quién sabe?… demasiados puntos pendientes… ¡Quizá tengan la suerte de leer otro de mis excelentes artículos para terminar de perfilar el tema! 

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