Simuladores o la teoría de los castillos en el aire!!!

Simulador de vuelo - Museo del Aire de CuatroVientos

Seré directo, sin rodeos, contundente en mi opinión inicial: Nada puede suplir al entrenamiento real.

La formación puede ayudar a estar muy preparado respecto al funcionamiento de cualquier arma o a cómo enfrentarse a una determinada situación, pero, a mi juicio, así tan solo se obtiene una falsa sensación de confianza que puede ser fatal en combate. Hasta que no siente en sus carnes el peso de un arma – y la conciencia de sus consecuencias -, el estrés del combate y “la mugre” del campo de batalla uno no se da cuenta realmente de cuáles son sus capacidades efectivas de lucha y de si ese intento de capacitación mereció la pena.

Y por supuesto, no hay vuelta atrás. Frente a lo que sucede en una simulación, en un enfrentamiento real una derrota es una derrota. Se paga con la muerte o sucumbiendo a la furia y los deseos del contrario.

El artículo que les acerco ahora, mis ávidos lectores, trata de cómo los ejércitos modernos se preparan para la contienda y de las herramientas de formación que la tecnología pone su alcance para aprestarte a ella. Lo complemento con algunos artículos que recopilé hace años, pero que a pesar de su antiguedad considero de utilidad y relevancia. Pasaran además a engrosar el área de descargas de esta web.

Los PDF’s sugeridos son:

Pasen y lean pues:

Todos hemos jugado de pequeños imaginando ser aguerridos soldados con nuestros revólveres/ametralladoras de juguete y haciendo “pum, pum/rá tatá tatá” con la boca para simular el disparo de nuestra arma de pega tratando de defender una fortaleza… nuestro «castillo». Nos preparábamos para un futuro que en ese momento veíamos como un simple juego de niños, y del que solo conocíamos lo que habíamos visto en alguna que otra película. Me río pensando en las veces que me he tirado al suelo haciéndome el muerto tras recibir un “disparo” de mis vecinos, para después levantarme del suelo sacudiéndome el polvo… y, por supuesto, la impepinable reprimenda de mi madre al llegar “vivo” – entrecomillado adrede -, hecho un desastre a casa después del esfuerzo que había dedicado para vestirme como un pincel.

Hablando de “jugar a la guerra” me viene a la memoria esa icónica secuencia de “Terminator 2” en la que los protagonistas observan a dos niños jugando con pistolas de juguete:

John Connor: ¿No lo lograremos verdad? Me refiero a la gente…
Terminator: Está en vuestra naturaleza destruiros mutuamente.

¿Qué opinan ustedes? ¿Tenemos futuro?

En la vida real, en una pelea real, en un combate real… el ruido atronador de las armas difícilmente nos habría permitido levantarnos “vivos” y sacudirnos el polvo como si nada hubiese pasado.

En la práctica, los soldados juegan a ese mismo juego: Se preparan para el combate – con elementos “algo más sofisticados” que nuestras viejas pistolas de juguete – y luego comprueban en la realidad si ese entrenamiento mereció la pena, si consiguen sus objetivos – por ejemplo defender el «castillo» del espacio aéreo – o si al menos sobreviven para luchar un día más. Para rematar la analogía, no olvidemos por último a la “madre patria” – a los viejos políticos e incluso al pueblo al que defienden -, que después de la preceptiva “palmadita en la espalda” inicial los critican por el destrozo, el gasto de material militar y el desastre causado… al menos a los que consiguen regresar “vivos”.

El mundo de la simulación abarca toda la actividad de las Fuerzas Armadas y a grandes rasgos podría ser dividido en tres categorías:

    • Didácticos: Son adiestradores parciales que sirven para formar al alumno en el funcionamiento de un subsistema/instrumental determinado, como la navegación en un avión o la dirección de tiro de un carro de combate.
    • De instrucción y adiestramiento táctico. Suelen ser la réplica de un arma – como los lanzamisiles -, la representación de un instrumental o elementos mediante los cuales se realizan operaciones (defensa aérea, maniobras, guerra electrónica, etcétera) o la simulación de un sistema de armas – aviones, submarinos y carros de combate, entre otros -.
    • Los estratégicos. Dirigidos a la formación de alumnos del Estado Mayor, se les conoce también como Juegos de Guerra. Se utilizan para evaluar planes operativos en los que intervienen numerosos factores, desde la moral de un pueblo hasta la logística y el nivel de adiestramiento de las unidades de un ejército.

Es un mundo demasiado amplio para abarcarlo en un único artículo así que, aunque daré alguna pincelada general de otros sistemas, me centraré en el que por mis aficiones conozco mejor: Los simuladores de vuelo.

Simuladores de vuelo.

Ha pasado mucho tiempo desde que Ed Link crease en Link Trainer. También conocido como Blue Box, fue el primer simulador de vuelo construido. Lo fue allá por el año de 1929 en Binghampton – Nueva York. Inicialmente era usado en parques de atracciónes, pero todo cambió unos años después. En 1931 obtuvo una patente y, después de que la que se conocía por entonces como Corporación Aérea del Ejercito de los Estados Unidos (Army Air Corp, germen de la futura US Air Force) perdiera seis pilotos en una semana en 1934, la demanda de mejora en la formación de vuelo llevó a que la necesidad de su simulador empezará a aumentar. Era poco más que una atracción de feria “bien hecha” pero permitió “salvar la vida” a muchos de los pilotos que después participarían en la Segunda Guerra Mundial.

Todos tenemos más o menos idea de lo que es un simulador de vuelo. Básicamente una cabina que reproduce los mandos de una determinada aeronave y un puesto de control que gestiona el ejercicio a simular. Entrarían dentro de la categoría de Instrucción y Adiestramiento.

En la actualidad el vuelo simulado ha alcanzado un nivel de realismo sobresaliente. La aproximación gráfica a la visión del espacio aéreo desde la cabina de un avión y el funcionamiento mecánico de la instrumentación y controles han llegado a tal nivel de fidelidad que los hace indistinguibles de la realidad, peeero… – siempre hay un “pero” – los que hemos tenido la oportunidad de pilotar alguna aeronave real, sabemos que en el aire las cosas se ven de manera diferente y se pueden salir de curso con cierta facilidad. El tiempo de reacción es fundamental, no hay segunda oportunidad, máxime cuando se trata de Matar o Morir… ¡Cazador o Presa!

Cuando un hombre – un soldado, un piloto – se enfrenta a ese dilema, la mente del ser humano recibe una tormenta de pensamientos, de sensaciones y hasta de pánico. Se suda, se acelera el pulso, los músculos se ponen tensos, se evalúan las circunstancias y finalmente se decide cómo reaccionar… Afecta…, vaya que si afecta; más aún cuando también se tiene que lidiar con las fuerzas G y la tensión mecánica que las forzadas maniobras de combate exigen al piloto. La tormenta de señales eléctricas que genera el organismo y los tiempos de reacción son medibles y repercuten sin duda al desenlace del combate.

Tengan claro que, usando la tecnología, se puede lograr el objetivo de adiestrar personal cualificado en el tiempo más breve posible, sin “riesgos” – el vuelo real siempre los tiene – y minimizando el gasto, para así seleccionar, evaluar y descartar a los candidatos ya desde las fases iniciales de su entrenamiento.

La gestión de la parte mecánica del combate – uso de los controles de vuelo, los sensores de armamento y electrónicos, envolvente de vuelo de las aeronaves enfrentadas, etc – puede repetirse hasta el infinito en los simuladores hasta conseguir automatizar y minimizar las décimas de segundo que el piloto tarda en decidir cómo actuar con el aparato… peeero mis apreciados lectores… si a eso le sumamos la tensión emocional del momento, el riesgo y el peso/lentitud de las decisiones humanas… créanme…, eso NO puede simularse… Hay que experimentarlo en un vuelo real, hay que sentirlo en las carnes… aunque sea mediante enfrentamientos de práctica.

Realidad virtual (RV)

Quedaría cojo cualquier artículo sobre simulación si dejase de dedicar al menos un apartado para examinar esta tecnología que se está imponiendo en el mundo de la simulación de vuelo, y que considero imprescindible para recrear con fidelidad el manejo de una aeronave de combate moderna como, por ejemplo, el EF-2000 EuroFighter del Ejército del Aire español.

Querría señalar que mientras redactaba este artículo he reescrito varias veces esta sección hasta que me he dado cuenta de que era imposible resumir, sin aburrirles con una larga parrafada técnica, todo lo que conozco y he investigado acerca del tema. Así que, en vez de ello, voy a contarles una experiencia propia. Por otra parte, les dejo al final del artículo un apéndice con algunas empresas que trabajan con ello y que os pueden proporcionar un contacto real con ese mundo. No son las típicas empresas del “juguete RV”, no son esos simuladores de PC a los que estamos acostumbrados, son empresas serias, son productos serios, son productos profesionales. Son, en definitiva, experiencias reales.

Les cuento pues.

En base aérea de Morón de la Frontera (Sevilla, OZP/LEMO), durante una jornada de puertas abiertas, tuve la suerte de probar un simulador RV del EF-2000. Mientras aguardaba mi turno, observaba sorprendido cómo alguno de los que los que lo iban experimentando terminaba tomando asiento y mareado al acabar la sesión. “¡Qué gracia!” – pensé -… hasta que fue mi turno.

Me sentaron en el asiento, me pusieron un casco de Realidad virtual, evidentemente no el carísimo e innovador casco Escorpión de la compañía francesa Thales con el que están dotando a los EF-18M Hornet españoles, y que integra en el visor sistemas de mejora de la conciencia situacional del piloto – Para los neófitos algo parecido al casco de Iron Man. Vamos… de ciencia ficción -, tras lo cual, desde la estación de control, dieron comienzo a la “demo”. Consistía básicamente en un sobrevuelo de la recreación virtual del propio aeródromo de la base aérea tratando de evitar al tráfico aéreo simulado… Entendí el porqué de los mareos que acababa de observar. Afortunadamente, además de que cierta experiencia en pilotaje de aparatos deportivos que me ha habituado a lidiar con la sensación de vértigo, me conciencié de que, a pesar del realismo de lo que estaban viendo mis ojos, todo era una ilusión visual, si… muy muy fiel… ¡pero no me estaba moviendo del sitio! Me descubrí intentando asomar la cabeza a través del «cristal de la cabina del avión” para mirar la pista de aterrizaje en tierra y a alrededor para tratar de esquivar las aeronaves que se aproximaban. Acabé… tan sentado como los demás y no llegué a marearme… pero faltó poco.

¡¡¡Me quedó claro sin lugar a duda que la RV es el futuro de la simulación de vuelo!!!

¿No sé qué opinan ustedes?, pero creo vuelvo a extenderme demasiado en la longitud del texto. Me han criticado por ello, aunque lo considero necesario si uno quiere abordar los temas con cierto rigor y detalle. Abreviaré, pero, como cierre, no pienso dejar de tratar el epígrafe que sigue.

Simulaciones de guerra, la IA en combate.

Hasta ahora hemos hablado de simuladores de “máquinas de guerra”, entiendo por ello un avión, un carro de combate, un buque de guerra, un MANPAD, un fusil, etc. Son elementos materiales finitos y concretos en los que se evalúa y simula un único elemento de combate. En los centros de entrenamiento se combinan varias unidades de un mismo elemento conectándolos en red para realizar entrenamientos en grupo o de coordinación de ataques. Son ensayos complejos que requieren un gran ancho de banda por el volumen de tráfico de datos, y una cantidad de procesamiento digital considerable, al que hay que sumar la potencia de cálculo necesaria para ejecutar la simulación en cada uno de los puestos individuales.

Así pues, extendiendo el paradigma, pongo ahora sobre la mesa la posibilidad existente de conectar varios simuladores de vuelo en red para efectuar combates virtuales. Estos no necesariamente tienen que encontrarse en la misma ubicación física. Pueden por ejemplo, estar situados en diferentes bases aéreas, simulando así misiones de transporte logístico con protección de cazas y/o reabastecimiento en vuelo. De hecho, la NATO está trabajando en la conexión simuladores de diferentes sistemas sintéticos para “linkarlos” y crear ejercicios de entrenamiento especializados más eficientes. Todo ello se trata en las IT2EC Conference, ferias de formación y simulación de Europa.

Es más, se pretende conseguir un Campo de batalla digital. Los simuladores conectados permitirían a los pilotos volar una guerra a gran escala. Soldados, marineros y aviadores podrían sumarse para trabajar juntos y recrear batallas enormes y muy realistas en línea. Al igual que los jugadores que juegan los últimos juegos de Call of Duty o Battlefield, podrán cooperar en una red en expansión de simuladores de alta tecnología. Usando las herramientas adecuadas y los últimos desarrollos, fabricantes tan reputados como Northrop Grumman y BAE Systems están haciendo realidad ese sueño virtual.

¿El precio de toda esta fantasía digital? Exhorbitante, pero piensen en lo que costaría un ejercicio real. ¡Piensen en lo que cuestan las maniobras conjuntas que hacen los diferentes ejércitos! Pero aun mejor… ¡Piensen el lo que costaría enfrentarse a un conflicto real con una tropa sin sus garras afiladas y pericia para usarlas con eficacia!

¿Y qué pinta la IA (Inteligencia Artificial) en todo esto?

Con esta pregunta me refiero a las herramientas de evaluación de riesgos y de toma de decisiones. No me refiero a esa IA – la WOPR – que aparece en la estupenda película “Juegos de Guerra” y que acaba ocasionando un verdadero caos en el centro de control del NORAD. Me refiero a productos serios que son capaces de aprender de las técnicas del enemigo e incluso, gracias a ello, anticiparse a sus movimientos.

Para el caso al que me estoy restringiendo en mi artículo hablaré de como una IA vence en combate aéreo a los mejores pilotos.

IA contra Piloto.

Más allá de la asistencia que proporcionan la electrónica de a bordo en un avión de combate – radares, IRST, contramedidas, GPS, electrónica de vuelo y diagnóstico, etc -, en lo que podría ser el comienzo de una nueva era y el fin de otra, y con el concurso de varias empresas y centros de investigación, incluyendo reconocidos contratistas de defensa – Aurora Flight Sciences, EpiSys Science, Lockheed Martin, PhysicsAI, SoarTech y Heron Systems -, un programa de software de inteligencia artificial (IA) derrotó a un piloto de caza del Lockheed Martin F-16 de la Fuerza Aérea de EE. UU (USAF) en cinco combates aéreos simulados.

Estas “derrotas virtuales” fueron la culminación del programa Air Combat Evolution (ACE) de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de los EE. UU. (DARPA), en un esfuerzo por diseñar un programa de IA que superase en las maniobras básicas de los cazas a un piloto humano de la USAF a los mandos de un F-16.

Antes de enfrentarse a un oponente humano, el programa se enfrentó con éxito a las IA de los demás concursantes… unos contra otros en varios escenarios de combate aéreo diferentes.

El programa de IA, llamado «Falcon», derrotó al piloto de combate en activo y graduado del Curso de Instructor de Armas F-16 en una serie de maniobras casi perfectas que aprovecharon la capacidad del programa de simulación para volar con mayor precisión y agresividad. “Falcon AI” fue desarrollado por el contratista de defensa Heron Systems – ahora Shield AI -. El piloto humano afirmó que el programa de IA no solo voló con mayor precisión, sino que reaccionó más rápido – Considero que a él lo obligó a dar lo mejor de si mismo… a ser mejor piloto… mejor cazador -.

Sobre la base de lo que se demostró en el programa ACE, la DARPA plantea encontrar formas de hacer que los pilotos tripulados y de IA colaboren mejor juntos en combate: los llamados equipos tripulados y no tripulados.

En mi opinión esta tecnología no se empleará solo como elemento de adiestramiento del piloto, sino que se integrará como futuro elemento de asistencia al combate en el equipamiento de control estándar de los aviones reales, permitiéndoles mejorar la “Kill Ratio” de ejército que lo utilice. Es más, anticipando un futuro plausible, si todos los bandos utilizan una tecnología similar se llegaría a convertir en una lucha entre IA’s!!!

Conclusiones.

Creo que ha quedado meridianamente claro que encuentro más que justificable el uso de la simulación para preparar, complementar y mejorar las capacidades de respuesta de los ejércitos frente a una situación de conflicto, pero – permítanme insistir – considero imprescindibles la ejercitación real de las técnicas simuladas para comprobar que teoría y práctica encajan en las predicciones formativas que los altos mandos estiman durante la fase de adiestramiento de sus tropas.

Fin.

Vivimos en un mundo en el que la economía prima sobre todos los demás intereses, y entiendo que es necesario optimizar el gasto en la preparación del personal militar de cara a anticiparse y/o mejorar el tiempo de reacción frente a las posibles situaciones de combate. La simulación ayuda, pero como corolario tengo para ustedes una frase de Eric Fromm:

“El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos partes: una, el dominio de la teoría; la otra, el dominio de la práctica.”

A lo que apostilla Benjamín Brewster:

“En teoría, no hay diferencia entre práctica y teoría. En la práctica, si la hay.”

Así que no abandonemos el ejercicio práctico y verificación real de las habilidades que deben poseer nuestros soldados y no vendamos sus – y nuestras – almas – salvaguardadas por las de ellos – a los “cantos de sirena” de la simulación. Podemos estar construyendo un castillo en el aire que se desmoronaría a la menor brisa de viento real.

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Mencionar que la Federación Andaluza de Deportes Aéreos convoca anualmente el Campeonato de Andalucía de Vuelo Simulado – modalidad Duelo – usando el simulador de vuelo de combate “IL2-Sturmovik”, en el que uno de mis compañeros del Club ha quedado segundo. Felicidades!!!

Apéndice:

Simuladores de vuelo profesionales. Visiten entre otros:

😮

Innovación Militar por bandera!!!

Buenos días/tardes\noches de nuevo apreciados lectores. Les hago una aclaración de obligada necesidad… Este artículo estába prácticamente escrito antes del inicio de las hostilidades en Ucrania, pero por diversos motivos he demorado su publicación hasta ahora. Quería hacerlo antes de que quedase  excesivamente «obsoleto» pues las circunstancias piden a gritos un análisis de lo que está teniendo lugar en este momento en ese conflicto de «David contra Goliat» que está sacudiendo la antigua república ex-soviética… y pienso hacerlo. Creo que será interesante compartir mi punto de vista al respecto.

Sin más pasen y lean:

Bien…comencemos… Cierro los ojos, aprieto ligeramente la mandíbula, inspiro profunda y relajadamente por la nariz, relajo la mandíbula, y expulso pausadamente el aire por la boca… continúo respirando, continúo viviendo, continúo escribiendo. Quizá parezca una perogrullada, pero respirar es vivir, y en el acto de respirar está implícito el hecho de que luchamos por mantenernos con vida. Si dejamos de respirar nos asfixiamos y dejamos de vivir… queramos o no ¡es así! Para que un país sobreviva es necesario que pueda respirar, que su economía pueda mantenerse a salvo de las inclemencias de los mercados.

En la actualidad, para controlar a ciertos países, las grandes potencias han adoptado la técnica de tratar de asfixiarlos mediante sanciones económicas, aplicándoles embargos financieros y de materiales. Occidente y en especial Estados unidos es particularmente hábil usando ese sistema. Como ejemplos: Uno de los factores que impulsó a los japoneses a entrar en la Segunda Guerra Mundial y que a la postre permitió a los americanos vencer en el pacífico fue la asfixia y el bloqueo de acceso a los recursos a los que sometió al Japón imperial. En la actualidad China está consolidando su posición adquiriendo la deuda de economías débiles para fagocitarlas. Son en general formas incruentas de control, pero a fin de cuentas… de control.

Estos factores constituyen un nuevo método de gestión del poder que requiere a su vez nuevas metodologías para afrontarlos. Al hilo del ejemplo que he puesto hablemos de la evolución militar.

Desde que surgió el primer organismo vivo en la tierra, el proceso de la evolución ha sido siempre el mismo: Un organismo aparece, crece, se esfuerza para adaptarse al entorno, se estabiliza, y… (si no pugna por “respirar”) desaparece… Si compañer@s DE-SA-PA-RE-CE, (o bien es reemplazado por otro más combativo).

Se produce el efecto denominado “morir de éxito”. Me explico.

Cuando alcanzan cierta estabilidad los organismos, las organizaciones, la vida y las sociedades, se acostumbran, se acomodan, crean su espacio de confort y… se anquilosan, envejecen, se vuelven confiadas en su estatus de poder y…, precisamente por eso, se confían y acaban muriendo. Quizá no muerte no en el sentido físico de la palabra, sino que se ven desplazadas y en muchos casos reemplazadas por otros organismos, entidades, economías o sociedades que aprovechándose de los huecos y/o fallas que encuentran (no nos engañemos todas las tienen), van minando poco a poco su estabilidad hasta derribar el edificio sobre el que se asienta su zona de confort, llegando a sustituir completamente al poder de facto que había dominado hasta el momento. Todo ello no sin algún que otro “daño colateral”.

Si… Estas “nuevas” sociedades emergentes buscan la manera de crecer, aunque sea a costa de la prevalente en el momento. Ocurrió con los mamíferos en la época de los dinosaurios, ocurrió con los pueblos bárbaros durante el Imperio Romano, y le está sucediendo en nuestra propia la cara a la Vieja Europa frente a las potencias que en estos momentos empiezan a reclamar la atención mundial, y frente a la inmigración. Es un proceso natural, que conmociona los cimientos de las estructuras vigentes sustituyéndolas por otras… a veces mejores, a veces peores, pero siempre otras.

Y se preguntarán: ¿qué tiene que ver la parrafada sociológica que acaban de leer con la sencillez del argumento inicial acerca de la respiración?

Los ejércitos modernos han pasado de ser elementos puramente ofensivos y de conquista a ser los garantes del mantenimiento de una sociedad y economía vivas que quieren respirar con tranquilidad y seguridad frente a las amenazas e intereses de otros factores que pretenden asfixiarla. Como explicaba al principio de este ensayo, si queremos mantenernos vivos tenemos que respirar, tenemos que luchar por vivir o al menos mantener un estatus aceptable… y vivir significa evolucionar al ritmo de los tiempos. A veces… incluso se vislumbra de qué manera, pero sino lo hacemos y nos acomodamos… seremos superados, seremos sustituidos. Moriremos.

Recuerden aquella frase famosa de Parque Jurásico: “Una mariposa bate las alas en Pekín y en Nueva York llueve en lugar de hacer sol”. O, dicho de otra manera: “Un pequeño esquife detiene un barco en el Golfo de Adén, y medio mundo se queda sin suministros. Todo sube, los precios se disparan…” – Piensen.

Y créanme queremos vivir, aunque cueste trabajo. Merece la pena, y el ejército como punta de lanza de los mecanismos de defensa frente a las amenazas que perturban el futuro de nuestra sociedad debe evolucionar al ritmo de los tiempos. Abordemos el cómo considerando los siguientes aspectos:

        • Evolución militar sinónimo de Innovación.
        • Canales de innovación militar.
        • Retos de la innovación militar.
        • Un nuevo ejército.

La capacidad para enfrentarse a los nuevos retos y dar soluciones a las amenazas futuras define el futuro de una sociedad. Lo podemos hacer, pero necesitamos al menos informar y colaborar con ella.

Evolución militar sinónimo de innovación.

Tomemos el ejemplo aquellos pequeños mamíferos que, al encontrarse en un mundo devastado tras el cataclismo del gran meteorito, fueron capaces de sobreponerse al caos inicial que se produjo, saliendo de sus madrigueras y obteniendo alimento de aquello que tenían a mano… abriéndose hueco. Poco a poco fueron evolucionando, irónicamente gracias a las “cenizas” de la catástrofe, para convertirse en lo que somos ahora. Los que no evolucionaron y buscaron métodos innovadores para aprovechar lo que tenían a mano… sucumbieron al cambio.

La pandemia del Covid-19, el cambio climático, la inmigración, la crisis energética, la crisis de los microchips y otros factores se han constituido en el tsunami que está removiendo los cimientos de nuestra civilización, sociedad y cultura empresarial.

Rusia, China y el mundo árabe, que hasta el momento tan solo que hacían lo posible mantener a flote sus sociedades, manteniéndose agazapados en sus madrigueras y trabajando en la sombra para gestionar sus necesidades tal y como habían venido haciendo siempre – con más o menos eficacia pero como habían venido haciendo siempre – en este momento, aprovechando que han estallado las múltiples crisis (política, social, económica, y militar), reclaman una posición prevalente en el panorama internacional. Lo están haciendo a codazos, sin miramientos y exhibiendo y usando su poderío militar sin disimulo. Si occidente quiere sobrevivir debe, como aquellos pequeños mamíferos roedores, evolucionar y encontrar maneras innovadoras de utilizar los recursos que tiene a su alcance. He mencionado al inicio de este párrafo, tres grandes bloques de poder, pero la misma filosofía es aplicable a conflictos de interés más cercanos o domésticos.

En chino la palabra crisis se traduce como Wei-Ji. Está formada por dos caracteres. El primero es Wei, que significa peligro y el segundo es Ji, que significa oportunidad. Traducido al mundo militar corremos el peligro de convertir nuestros ejércitos en algo obsoleto y reducto de un pasado glorioso, pero a su vez también tenemos la oportunidad de transformarlos en el motor de nuevas realidades y mecanismos de protección de nuestros intereses sociopolíticos.

Evolución e innovación iran de la mano de algunas de las herramientas que los ejércitos modernos tienen a su alcance y el deber de usar: La tecnología, los medios de comunicación/transporte y la gestión de procesos.

Canales de innovación militar.

Como he mencionado en el epígrafe anterior, contamos con varias herramientas para conseguir implantar procesos innovadores en la política de defensa de nuestros intereses.

    • La tecnología. Se ha convertido en el soporte que usan los nuevos sistemas de armamento y del soldado actual para realizar sus misiones, mantener sus posiciones de defensa y obtener las respuestas a las peticiones de información de campaña. Se usa tecnología de todo tipo:
        • Tecnología para dirigir (armamento y soldados).
        • Tecnología para comunicar (cifrado y transmisiones).
        • Tecnología para producir (armamento y vehículos).
        • Tecnología para formar (en el uso de los sistemas militares y técnicas de combate).
        • Tecnología para simular (vehículos, escenarios).
        • Tecnología para aprender (con especial énfasis en la Inteligencia Artificial).

Tecnología en sus múltiples variantes, pero a fin de cuentas herramientas a nuestra disposición para evolucionar, para innovar – Como aquellos primeros mamíferos, que empezaron a usar herramientas para mejorar su entorno… ramitas, piedras, fuego. Las usaron para modificar su entorno, mejorarlo y crecer… – piensen, establezcan paralelismos, estimados lectores -. En la actualidad la omnipresencia y universalidad de la tecnología permite su uso cómodo, generalizado y provechoso tanto por y para el soldado como para el alto mando y por ende la administración, que en último extremo se encarga de gestionar y proteger el destino de las sociedades a las que representa.

    • Los medios de comunicación/transporte. Mover y/o monitorizar tropas y material tanto amigas como enemigas siempre ha sido un elemento complejo y difícil. Proveerse de tropas y material también es engorroso, aunque menos pues suele ser simplemente cuestión económica. En cambio gestionarlos hoy día es tema harto complicado y su correcto manejo afecta claramente al resultado de las contiendas. El material, su transporte, su localización e informar de ello al alto mando permite a estos elaborar la conciencia situacional – «Situational Awareness» – que determina a cada instante el estado general de los conflictos, que correctamente evaluados permiten anticipar su posible desarrollo.
      En los distintos escenarios de enfrentamiento estos medios se han convertido hoy en día en indispensables, facilitan y permiten mantenerse al tanto de los acontecimientos. Casi siempre se habían usado principalmente en una única dirección: Del alto mando al frente de batalla, pero gracias a las redes cifradas de “comunicaciones de campaña” militares y a los sistemas de comunicación satelital se ha evolucionado de manera que se puede recibir feedback e interaccionar con el soldado o batallón implicado en tiempo real, ya sea para actualizar órdenes en función de la evolución del despliegue, o para determinar la necesidad de desplegar nuevos medios para hacer más efectiva la proyección de poder que se pretende establecer.
      Los modernos medios aerotransportados, los buques de apoyo logístico, los aviones cisterna, o los vehículos de transporte acorazados son sin duda los medios en los que apoyarse para ello. El militar debe aprovechar las innovaciones en estas materias de manera ágil y adecuada a la situación.
    • La gestión de procesos. Son las técnicas y normas que nos van a permitir la mejora continua de los procesos de toma de decisiones tanto políticas como militares, estas últimas en función de las directrices que el gobierno decide trazar. Analizar y ofrecer una visión clara la realidad de cara a la calidad de la toma de decisiones y al análisis de la situación estratégica de los eventos en curso y, determinar el estado de los recursos propios y ajenos de los que se disponen o que necesitan para cubrir una determinada situación, deben ser prioridades de los ejércitos modernos. Estos servicios de gestión de procesos se brindan tanto al soldado como al Alto Mando, planteando metodologías ágiles para medir, modificar y transformar el modo de mover las piezas del tablero de juegos de un conflicto multifactorial actual.
      El análisis de datos, las técnicas de análisis de riesgos computarizados y los sistemas de gestión logística permiten anticipar y disminuir los errores en la toma de decisiones, controlarlas y/o prevenirlas, e incluso experimentarlas previamente. Por otra parte, correctamente entrenados, es posible aprender de los posibles (y costosos, tanto materiales como, sobre todo, humanos) errores como fuente de conocimiento para así retroalimentar el proceso de innovación militar, sacando provecho de de cara a las situaciones que puedan plantearse en el futuro.

Retos de la innovación militar.

Hablaba antes de “crisis”, pero asumir y resolver una crisis y convertirla en una oportunidad es ya de por sí un auténtico reto. Un desafío que llevado a buen término puede conducirnos a centrar nuestros objetivos, impulsar a nuestros ejércitos y consolidar la posición geoestratégica de nuestro de nuestro país.

Durante cada conflicto a lo largo de la historia, los comandantes de los ejércitos se han visto obligados a encarar las variables que les impedían alcanzar los objetivos deseados. El ejército, muy tendente a basar sus operaciones en técnicas y tecnologías ya probadas, es, en general, muy remiso a adoptar cambios y nuevos conceptos, pero obligados por el devenir de las operaciones de campo se han visto sin remedio obligados a adaptarse y aprender a utilizar las concepciones novedosas que los avances de la tecnología estaban poniendo tanto en sus manos como en las de sus oponentes.

Durante la primera guerra mundial el avión, denostado al principio de la guerra por algunos críticos, se convirtió en una herramienta fundamental. Lo mismo podría decirse del tanque y el portaaviones en la segunda guerra mundial, del arma nuclear en la guerra fría. De igual manera, en la actualidad los drones, la guerra electrónica, la ciberguerra y los satélites se han convertido en elementos muy a tener en cuenta.

Pero no seamos quijotes y nos enfrentemos a molinos de viento u objetivos erróneos. Lo que se pretende es resolver las necesidades reales que tienen los ejércitos como proyectores de los intereses geopolíticos nacionales. Para ello en mi opinión los verdaderos retos a resolver son:

        • La capacidad de adaptarse o anticiparse a los escenarios posibles, siendo visionarios en el uso de las tecnologías emergentes que se anticipan en el horizonte.
        • Involucrar a los actores clave: La industria y los gobiernos, como expresión de la voluntad del pueblo.

La capacidad técnica y el grado de implicación de las personas que deben abordar estos retos aumentan las probabilidades de que tenga éxito en la tarea de darles solución… siempre que el coste sea asumible.

Un nuevo ejército.

Quizá he dejado mi reflexión personal para el final – discúlpenme, es mi costumbre – me explico.

Tras las palabras “Alto Mando” se esconde una comunidad de personas de ambición, de carácter y con capacidad de decisión. Se esconde la voluntad y confianza de un grupo de personas de sobrada cualificación para gestionar, facilitar y mejorar el funcionamiento de los ejércitos, al servicio de los propósitos generales del estado; para proponer iniciativas y poner en marcha acciones que mejoren la defensa de nuestros intereses.

Hay que comprender además que para lograrlo es necesario contar a su vez usar el apoyo organizativo, material, logístico y humano de los soldados que forman parte de sus diferentes cuerpos. “Navegando” convenientemente por los canales de innovación que he mencionado anteriormente se puede conseguir entender las circunstancias y consolidar posiciones frente a las posibles amenazas que se ciernan.

En resumen: Enarbola la bandera de la Innovación, es el motor de la evolución social/militar.

¡Imaginen un ejército moderno, bien formado, entrenado y dirigido, que sepa utilizar las herramientas que la innovación y la “sociedad” (en el amplio sentido de la palabra) ponen a su alcance! No respirarían con más tranquilidad confiando que ante una emergencia contaríamos con ellos como línea de defensa.

¡Valor! Necesario para controlar nuestros destinos… ¿El camino? Entre todos los estamos recorriendo.

Anda, relaja esa expresión que seguro que te han provocado mis reflexiones… Respira… Piénsatelo un momento… y: Únete al Ejército.

Fin

Bueno hasta aquí el artículo de hoy. Repasando el texo, mi intención inicial era extenderme algo más, incidiendo en el valor humano tanto del ejército como de las personas a los que proteje y en los pasos que hay que dar para beneficiarse de aquello que aporta la innovación, pero he preferido detenerme aquí y aclarar algo que considero importante:

Quizá opinen que mi enfoque teórico-utópico es demasiado «idealista», «bienintencionado» y hasta «buenista», pero… ¡No se equivoquen, NO! La cosa es muy, muy seria,  los acontecimientos lo están demostrando. Parafreasando a los sabios «O te preparas para la guerra, o tu modo de vida y tus perspectivas de futuro serán aplastadas sin misericordia por la realidad de los hechos«. Tenemos cerca amenazas claras… cerca – me atrevería a decir que incluso hasta en nuestra propia casa –  y si no se innova en el uso de las herramientas que tienemos a nuestra disposición… bueno, ustedes mismos.

Como sugería en cierto párrafo del artículo: Si lo hicieron aquellos insignificantes mamímeros despues del cataclísmo del Cretácico… ¿No vamos a ser capaces nosotros?

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Una pregunta maliciosa: ¿Cual creen que es mi rama del ejército favorita?

😈