Geoestragia: ¿El derecho de China a reinar?

Buenos días/tardes\noches, queridos lectores. Un placer verlos de nuevo por aquí!!!

¿Qué? … Les ha llamado la atención el título del artículo de hoy, ¿verdad?

Agradezco sinceramente esa curiosidad que les ha hecho acercarse a la lectura de la reflexión que les propongo para hoy. En estos tiempos, de manera cada vez de más patente, se hace evidente que este es para todos un recurso cada vez más escaso. Así que para ahorrarles el esfuerzo a los más impacientes, les resumo el artículo mediante la siguiente sentencia:

Tienen todo el derecho a reinar. ¡Es más, deben intentarlo!

¿Sorprendidos verdad?… ¡Tiene trampa! Antes de llevarse las manos a la cabeza y/o ponerme a caer de un guindo esperen a que lo matice y les desvele el misterio que escondo detrás de esta opinión tan “sui generis” … ¡Porque hay peros!, y muy serios. Usen ese momento de relax tan escaso últimamente y acepten mi recomendación. ¡Lean la argumentación de mi sentencia! Al menos pasarán un rato agradable sumergidos en un texto interesante en lugar de dedicarse a cualquier otra gilipollez!!!

Historia, del imperio al desafío global.

China para nada es un nuevo actor en el tablero geoestratégico mundial. Durante siglos, fue el centro de poder económico, tecnológico y cultural de Asia. Sin embargo, las Guerras del Opio y la era colonial marcaron el declive de su poder frente a las potencias occidentales dominantes, en gran medida apoyadas por su supremacía tecnológica en el ámbito Militar. Tras la fundación de la República Popular China en 1949, el país adoptó un enfoque nacionalista, centralizado, inquisitorio, comunista y controlador, buscando primero eliminar la disensión interna, luego consolidar el régimen políticamente y  por último proyectarse hacia el exterior.

Desde los años 80, con la apertura económica bajo Deng Xiaoping, China comenzó una lenta pero firme inserción en el sistema global liderado por Occidente, no como súbdita, sino como competidora silenciosa. Su estrategia nunca fue la confrontación directa, sino el reposicionamiento progresivo.

Movimientos, de la disuasión al expansionismo.

Militarmente, China ha priorizado la disuasión y la negación de acceso (A2/AD), reforzando su poder naval en el Mar del Sur de China, construyendo bases en atolones y disputando rutas comerciales clave. El Ejército Popular de Liberación (EPL) ha sido modernizado con foco en guerra cibernética, misiles hipersónicos, inteligencia artificial, aviación furtiva y capacidades antisatélite, lo que ha hecho sonar alarmas en los centros estratégicos de Washington, Londres y Bruselas. Para nada le ha hecho ascos al uso de los métodos más inconfesables para lograrlo… sus canales de espionaje político/militar y el casi total desprecio al concepto de “propiedad industrial” son de sobra conocidos.

¿Qué? ¿Acaso creen que en este punto me estoy contradiciendo respecto a mi «sentencia inicial»?

¡En absoluto, Damas y Caballeros! ¿Qué país occidental no ha usado esos mismos mecanismos de manera más o menos subterfúgica? Si, lo disfrazan de lucha empresarial, de innovaciones tecnológicas, de proyectos de investigación de alto interés para la seguridad nacional, … pero detrás de toda esa fachada de altruismo y coherencia se esconden los más oscuros intereses.

Así pues, nada que objetar a que China emplee los “despreciables” métodos que crea oportuno.

Ejemplo de ello es su notable maniobra geopolítica denominada “El proyecto de la Franja y la Ruta (BRI)”, que no es solo un proyecto de infraestructuras, sino además una red de influencia y dependencia global que incluye puertos estratégicos, corredores energéticos y pactos de deuda a largo plazo. Nada de lo que occidente no disponga ya.

El comercio como arma, seducción y dependencia.

China entendió que en el siglo XXI la guerra no se gana solo con tanques o aviones de combate, sino también con exportaciones, cadenas de suministro y créditos blandos. Controla gran parte de los minerales estratégicos del mundo, esenciales para la tecnología moderna, y es el principal socio comercial de más de 120 países.

Su arma ha sido la interdependencia. Casi sin hacer ruido y sin disparar una bala, Beijing convirtió a Europa, África y América Latina en receptores de capital e infraestructura chinos. Se ha convertido en la “fábrica” del mundo, pero también pagó un precio: La dependencia de mercados como el estadounidense y europeo, a la que envía su excesiva capacidad de producción – sobreproducción, lo llamaría yo -, dejó su economía expuesta a sanciones, bloqueos tecnológicos y crisis de confianza como las vividas durante la guerra comercial con Trump y las tensiones en torno a Taiwán y Hong Kong.

Los bajos precios de su mano de obra – cada vez menos bajos – y su incontestable habilidad para optimizar y reducir costos en la fabricación de mercaderías, insumos y herramientas industriales, los ha situado en una posición privilegiada que va a ser muy complicado arrebatarle.

¿Derecho a reinar? ¿Ha perdido China la guerra?

Las respuestas cortas: Si y aún no.

¿Cómo no va a tener derecho a actuar bajo su propio criterio? ¿Pero cómo no va a tener derecho a actuar con “libertad” – si es que existe ese concepto – buscando crecer como país? Tiene la ambición, tiene la tecnología, tiene la industria, tiene la mano de obra y tiene la voluntad de brillar – a costa de quien sea -. Lo que es evidente es que ha entrado en una cierta fase de contención. Occidente, tras décadas de permisividad y ceguera interesada, parece que por fin está reaccionando y tratando de parar sus ambiciones expansionistas.

Hablando ya en general y no ya tan solo pensando en China, los que me conocen saben que ya desde hace años – desde el siglo pasado – venía advirtiendo que la “deslocalización” de empresas a la larga acabaría perjudicando a aquellos países/organizaciones que solo piensan en términos de enriquecimiento y de los mal llamados “beneficios empresariales”.

Estados Unidos ha fortalecido alianzas como AUKUS y Quad. Europa comienza a hablar de «des-risking» en lugar de «decoupling«. Se restringe el acceso chino a tecnologías clave como semiconductores avanzados. Se reconfiguran cadenas de suministro globales para reducir la exposición al gigante asiático.  A esto se suma una desaceleración económica interna en China, el envejecimiento poblacional, y una creciente desconfianza internacional hacia el modelo político de Xi Jinping. Todo ello indica que, aunque China no ha perdido una guerra abierta, ha entrado en una guerra prolongada en múltiples frentes: comercial, tecnológico, narrativo y militar.

Hay una frase que me gusta recordar…

Si vis pacem, para bellum” – Si quieres la paz, prepárate para la guerra!!!

China quiere la paz, pero su “paz” … ¡Imponer su paz! Son evidentes sus progresos en el ámbito militar. Sus espectaculares desarrollos en aviación furtiva, en tecnología submarina, en su creciente flota de navíos de guerra y la construcción de portaaviones no hacen más que poner de manifiesto dicha voluntad.

¿Legítimo? Totalmente. ¿Amenazante? Sin duda. ¿Contrarrestable? Si de momento. Si no se hace algo al respecto occidente sucumbirá. Son especialistas en socavar la integridad moral y política de occidente mediante sobornos y/o chantajes. Y cuando algo se les opone buscan la manera de eliminar los obstáculos. ¿Como prueba de ello? La reciente detención por el FBI de una estudiante china que había “recibido” ilegalmente hongos y parásitos intestinales dirigidos/susceptibles de infectar/atacar a intereses norteamericanos.

En fin… guerra sucia encubierta… ¡Nada que las cloacas de occidente no usen también!

El tablero está en movimiento.

China no ha sido derrotada en esta guerra incruenta, pero su ventana de oportunidad estratégica se está cerrando. Su ascenso coincidió con una etapa de descoordinación occidental. Hoy, el bloque liberal-democrático trata de reaccionar, pero claros intereses político-empresariales están demasiado infiltrados en los órganos internos de decisión. Siendo optimistas, … aunque con fricciones internas, occidente, avanza hacia una contención coordinada del poder chino.

La gran pregunta no es si China ha perdido, sino si puede adaptarse sin renunciar a su ambición hegemónica. Porque el mundo no volverá a ser unipolar. Pero tampoco será un mundo en el que pueda imponer sus reglas sin resistencia.

La guerra no es total aún. Pero la batalla por el siglo XXI ya ha comenzado. Y se libra cada día en puertos, redes, chips, tratados y algoritmos.

Leyendo mi propio texto puedo parecer guardar ciertas simpatías hacia la “chinificación” del mundo, pero NO es así. Ciertamente China ha pasado del comunismo más despiadado a un poderoso CAPITALISMO a la oriental. Están disfrutando de un crecimiento espectacular y presumiendo de ello allí donde hacen acto de presencia. ¿Brillos y lentejuelas pero a costa de qué? … A costa de la libertad, un tipo de libertad en el que el individuo no es nadie. Una libertad en el que el “crédito social” está estrictamente controlado por las férreas normas dictadas por el partido. Una libertad en la que cualquier ansia de disensión es ahogada sin miramientos so pretexto del bien común.

Y eso, Damas y Caballeros… NO ME GUSTA NADA!!!

Y eso, señores, … es algo que occidente está copiando… ¡Me gusta aún menos, e imagino que a ustedes tampoco! ¿verdad?

El efecto Xi JingPing, las prisas.

No sé si compartirán la opinión que les voy a plantear ahora… Reiterando en mi idea y como se dice por estos lares, a la “chita callando” China se ha estado convirtiendo lenta pero inexorablemente en la «fábrica» de todo, acaparando gran parte la capacidad productiva y de innovación del mundo. Imbatible en precios y eficiencia, y occidente… jugando a su juego, riéndole las gracias. Pero… – y aquí viene mi reflexión particular – la llegada de Xi JinPing lo ha acelerado todo equivocadamente dando dar al traste con ese sigiloso camino cuya meta estaban a punto de alcanzar.

¡No se qué prisas le han entrado al dirigente oriental! Ha descubierto sus cartas y mostrado claramente sus ambiciones de dominación de la economía mundial buscando convertir a su país en la potencia predominante, buscando sustituir a Estados Unidos en el liderazgo del mundo.

Me explico.

China ya tenía casi todo el dominio de la industria manufacturera del planeta, casi todo el control de las famosas “tierras raras” … y si hubiese seguido así, dejando que los demás se confiasen, calladamente y sin hacerse notar – como en la analogía de la “rana en la olla de agua” – en pocos años más y apoyándose en esa paciencia oriental que les caracteriza, hubiesen acabado dominándolo todo. Y una vez alcanzado el control absoluto… habrían tenido el mundo a sus pies.

Pero desde la llegada del mencionado gobernante… todo se ha acelerado… tanto que ha levantado las sospechas, el velo ha caído y occidente… ha despertado.

Craso error del país oriental, las prisas no son buenas compañeras de ningún viaje.

Aunque puede que me equivoque, creo que sé lo que ha pasado… Como a otras grandes figuras, le ha podido la ambición y las ganas de dejar huella perenne en la historia. Grandes gobernantes, emperadores y conquistadores han caído precisamente por ello… Una pena, una auténtica pena… Taiwán, su preciado tesoro, esa joya tan ansiada y que creo que ha sido el motivo que lo ha precipitado todo, habría caído por su propio peso. Ahora… ¿Quién sabe? No es exactamente un dictador, pero sin duda un gran gobernante. Tras el paso por el poder de muchos lideres famosos, al fallecer estos… sus legados se han tambaleado y finalmente sus imperios han caído. ¿Le ocurrirá lo mismo a China con él?

Pero hay algo que aún me solivianta más respecto a la posible hegemonía China: El uso de Las Armas.

Como ya mencioné en mi artículo de Ucrania en la sección “El gambito Barroso”, puedo aceptar cualquier tipo de ardid y/o manipulación por más rastrera que parezca para alcanzar el poder. Podría considerarlo hasta legítimo, a fin de cuentas uno siempre se deja convencer de lo que quiere, pero… pero… pero si se pone sobre la mesa un solo tiro, una sola bomba o un solo muerto… para mí, … repito,… para mí, habrían perdido toda justificación, toda decencia y toda la razón que pudiesen haber tenido…

Y hay que reconocer que están afilando muy mucho sus cuchillos… ¡Mala perspectiva tienen las cosas, muy mala! … Confío en que mis temores no sean justificados. ¿Qué opinan ustedes?

Conclusiones.

Va siendo tiempo de acabar, ya les ha dado bastante el tostón. Quiero clausurar este post mencionando el concepto de “hacer despertar las conciencias”. Afirmaba en la sentencia del prólogo del artículo que China debe intentar reinar. Occidente se había dormido en los laureles del poder, pero, gracias al resurgimiento de una potencia tan deslumbrante y que nos ha desestabilizado, nos hemos dado cuenta de que nuestra posición peligra. Está en nuestras manos tratar de impedirles alcanzar su meta y trabajar para consolidar los pilares que nos sostienen, pues se están resquebrajando a pasos agigantados. ¿Entienden ahora el porqué de mis sentencia inicial? Está siendo sido útil cual «mosca cojonera» para que de una vez despertemos del letargo en el que estábamos sumidos y tomemos acciones al respecto. ¡Nos ha servido para reaccionar! … ¡Nos está sirviendo! ¿Dará resultado a estas alturas?… ¡Quien sabe!

¿Me gusta? NO. ¿Nostalgia de un pasado glorioso? No, ¡puro egoísmo cultural! Pero claramente China tiene derecho a “opinar”… y está opinando… contundentemente, a mi juicio!!!

Me despido sin más confiando en haberles hecho reflexionar. El asunto es serio!!!

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: ¡Ah!, y no se olviden de las actitudes del “AMIGO” americano. ¡Entiendan la ironía!  ¡Adalid de la libertad! … también de “su” libertad – como están demostrando últimamente -. Disculpen que me esboce una sonrisa burlona pensando en esa «amistad interesada», es tema para otro artículo. Por último, déjenme su opinión con un mensaje pulsando sobre el título de este artículo y luego bajando hasta la sección de comentarios.

🤔